Estaba en una sala de espera de un
hospital de caridad, me encuentro con un mundo lleno de hermosas miradas de
niños juguetones y alegres sonriéndose uno a otros sin importar el color de su
piel.
Mientras tanto intento ser parcial y
callada pero como no me voy a sorprender con la mirada de una madre de ocho
hijos, ella tenía una mirada agotada y estresada, mientras que la mirada de su
esposo está llena de desespero por no saber cuánto pagara por el co-pago de
ocho niños; enfermeras y médicos con caras de cansancio iniciando apenas la
jornada, mientras tanto yo desearía tener la solución a muchos problemas de la
gente pero iniciando que soy la única que está escribiendo en un cuaderno
mientras el resto de la sala de espera esta consumida por las luces
incandescentes de los celulares.
Lo que me sirve de consuelo es ver a una
niña disfrutando de su biberón como la cosa más única y maravillosa del
planeta, observo su mirada perdida en la leche azucarada; biberón verde color
esperanza, aquella dulce niña me sonríe sus ojos brillan y me hace reaccionar y
pensar que un lugar lleno de preocupaciones y tristezas hay una razón para
sonreír y ser feliz.
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