domingo, 17 de julio de 2016

LA SILUETA



Era un piano, una vela y una bañera.

Eran las llamas, era el agua, era la sal.

Eran tus dedos en el piano, eran tus melodías, tan suaves, tan románticas, tan únicas.

Eran mis manos, era mi piel, eran mis movimientos los que hacían explotar la inspiración en tu piel. Era mi desnudez, la que te inspiraba una y otra vez.

Era el movimiento de mis manos que forzaban  el agua para que fuéramos una, pero, era tanta la presión, era tanto el calor, que en medio del caos  me acogió y me hizo suya, nos unimos. Cierro mis ojos, el agua cubre mi rostro y entro en éxtasis. Todo iba tan lento, mi cuerpo era una pluma, libre de soledad, libre de temor, libre de ansiedad. Abrí mis ojos y el mundo era diferente, no había ruido, no había temor, eramos simplemente el agua y yo.

Tus melodías me hicieron salir de mi estado de confort, tus melodías me hicieron entender que yo era tu piano; mi cuerpo ahora era música, partes sensibles, partes delicadas, partes arriesgadas de una melodía al compás del corazón con una gota excitación.

El agua fue desapareciendo, mi cuerpo se fue despojando de esa protección, poco a poco mi silueta se reveló en medio de las sombras creadas por las llamas de esas velas que estaban alrededor; mi cuerpo y mi alma estaban al desnudo porque tu encontraste la llave que lleva a mi corazón.

Suavemente tocaste las ultimas melodías, el agua no estaba allí, las velas se acabaron, todo era oscuridad, pero en ella encuentro paz.

Era una silueta, era un piano, éramos simplemente tu y yo.